Concierto y desconcierto...

07 marzo 2005

Miradas de colores, sonrisas de colores

Ayer quedé a cenar con unos amigos. El sábado salí a comprar lo que me tocó aportar a mí. Sabía más o menos de un sitio donde podría comprar la Hierbabuena que iba a llevar para intentar hacer unos mojitos. Entré en una tienda, regentada por un chino, y le pregunté si tenía hierbabuena. Me miró un poco extrañado, pero al poco me entendió y me dijo "No, el árabe dos puertas más abajo" así que hacia allá que me fui. Llegué y olía a especias. Hablaban en árabe. Había un hombre comprando carne, una mujer esperaba su turno con una bolsa con especias y un ramillete de hierbabuena en la mano. Otro hombre estaba allí sentado, se levantó y salió a la calle. El dueño de la tienda sonreía mientras hacía su trabajo, sonreía mientras te atendía. Esto es difícil de ver aquí en Madrid. Llegó mi turno, pedí la hierbabuena y el tendero me miró entre sorprendido porque un "intruso" entrara en su tienda y satisfecho por lo mismo. Cuando estaba pagando, llegó el hombre sentado que había salido con dos vasos de humeante te con hierbabuena, del bar de al lado. Sonreía, y el tendero sonrió agradecido. Me resultó muy bonito ese gesto, y más (me repito) en la deshumanizada gran ciudad. Al salir, ví que habían entrado en la tienda un guiri muy rubio y su novia, y que ésta elegía un pan de pita para llevarse. Crucé mis miradas con los dos, miraron mi hierbabuena y sonrieron.
Volviendo a casa, paré a comprar manzanas para la tarta en la frutería que hay en la esquina. Llené mi bolsa, cogí un par de limones y me fui al mostrador. Delante de mí había una señora que daba conversación al dependiente, que era hindú. La señora hablaba de alguien de su familia que se había casado con otra persona de un país lejano, y que aunque estaba muy bien, decía que todo era muy distinto. La señora sonreía, su marido intentaba tirar de ella, y el dependiente sonreía.

La señora se fue, pero el dependiente se quedó con esa letanía "Todo es muy distinto, todo es muy distinto..." Me miró a los ojos sonriendo mientras me atendía, y seguía repitiendo "todo es muy distinto, todo es muy distinto"... Sonreía de una manera no sé si amarga, no sé si triste, no sé si esperanzada, pero todo eso se podía ver en sus ojos, que de repente se iluminaron con un brillo especial, que transmitieron en un segundo tantísima emoción que a punto estuve de quedarme explorando en su interior y preguntándole por su vida...

Pero me fui: como siempre, tenía prisa y además me resultaba un poco absurda la situación, no tenía ningún sentido meterme en la vida de nadie. Y sin embargo, sí que intenté transmitirle mi apoyo, comprensión y simpatía con una sonrisa, una sonrisa agradecida por todas las que había recibido yo en un solo rato.

Todo esto sucede en Lavapies. Tenemos mucho que aprender los que vivimos corriendo de un lado para otro: una sonrisa sincera o una mirada limpia nos pueden hacer la vida más bella. ¿Por qué nos cuesta tanto regalarlas?

4 Comentarios:

  • A lo mejor por q no queremos sentir demasiado, ni q los demás sientan demasiado por nosotros. A lo mejor por eso mis compañeras usan guante de latex para tomar una tensión o para dar la mano a un enfermo. A lo mejor por eso me miran raro cuando bajo la barandilla de la cama y me olvido de ponerme el guante para darle una pastilla.
    Lel

    By Anonymous Anónimo, at 4:12 a. m.  

  • Estoy con Lel respecto a lo que igual no queremos sentir demasiado... ni que los demás noten que sentimos: las máquinas no sienten y por ello no sufren pero si nosotros mostramos que sí sentimos abrimos la puerta a que alguien decida herirnos por ese camino...

    Me gusta sonreir... y que una sonrisa me responda...

    By Blogger Almarel, at 7:34 a. m.  

  • :) En Lavapiés todo es de colores. Madrid es de colores. Y a mi me encanta la diversidad. Al menos yo lo veo así cada vez que la visito.

    Abajo las barreras y arriba las sonrrisas!!

    Un abraZo.

    A Lel y a Almarel también.

    By Blogger Fenjx, at 10:39 p. m.  

  • Gracias, Lel, en nombre de la humanidad, por ser tan humana. Ojalá que si un día me pongo enfermo me toque alguien como tú para cuidarme.

    Y comparto tu opinión, Almarel, en que cada día vivimos en un mundo más aséptico, más mecánico, más "politicamente correcto"... Quizá estemos perdiendo la sonrisa de todos los días, pero si nos damos cuenta en nuestras manos está recuperarlas.

    Y sí, aquí todo es de colores, Fenjx, incluso a veces hay tantos que marean o asustan... Pero la vida con color es más intensa, ¿no?

    También pienso que es maravilloso perder el miedo a sentir, porque quien no siente no sufre, pero tampoco vive...

    Además, una sonrisa no cuesta nada, ni te va a hacer sufrir, así que, ¿por qué guardárnoslas?

    ¡Sonriamos!

    Abrazos pa'tós

    By Blogger sconcerto, at 7:30 p. m.  

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