Concierto y desconcierto...

10 junio 2009

El día en que me transformé en desierto

El día en que me transformé en desierto sabía que estaba al caer. Lo sabía, lo presentía, porque en eso se había transformado mi vida: en un desierto.


Todo sucedió en una sola noche, una noche de luna llena, una noche plateada y cálida.


Como desde aquel día en el que lo perdí todo, aquel día en el que te perdí incluso a ti, inicié mi ritual de cada noche: tras ver un rato la televisión – o tras un rato en el que la televisión me veía a mí, tan pobre era mi atención – suspiré y me levanté del sofá como un muerto en vida. Fui al baño, me lavé los dientes, me desvestí y me fui a la cama.


Me tumbé, como siempre, de lado, mirando a la pared. Y sentí, en ese momento, cómo me iba disolviendo. El momento había llegado. Sentí un cosquilleo extraño que empezó por los brazos y las piernas. Nunca me había sentido tan adaptado a la cama. En principio sentí que me estaba uniendo a ella. Pero no, simplemente me estaba transformando en arena, una arena que rellenaba todos los huecos y que se desparramaba.


Después fue el cuerpo. El cuerpo se deshizo y creó una montaña. Desapareció la angustia, desapareció el dolor, desapareció esa sensación de falta de aire porque de repente todo yo estaba en contacto con el aire. Mis caderas y mi pecho crearon dos dunas, la del pecho se movía como antes de ser desierto y respiraba.


Por último fue mi mente. Se sintió libre, voló y vio cómo mi cabeza se disolvía en pequeños granos de arena. Mi mente es lo único que quedó de mi yo anterior. El resto se transformó en arena, creció, invadió mi lado de la cama, tu lado de la cama, el que había sido nuestro cuarto, la casa, la calle, el barrio y la ciudad. De repente, todo eso quedó cubierto por mí, que me había transformado en desierto.


Y eso fue lo que quedó: la nada, una nada naranja iluminada por la luz del amanecer.



La imagen que he utilizado fue la que me vino a la mente en cuanto comencé a escribir. No recordaba el texto, sólo la imagen. Se encuentra aquí. Y claro, este post es para tí...

3 Comentarios:

  • Um belo pedaço de literatura...
    Parabéns!
    Abraço

    By Blogger Unknown, at 8:48 p. m.  

  • Dice la iglesia que somos polvo y en polvo nos convertiremos.
    Como una forma de recordarnos que no somos nada más que entes efímeros que estamos de paso.
    La ciencia dice también que somos polvo. Polvo de estrellas, de viejas estrellas moribundas que ha viajado a traves del universo (sobre mi) hasta acabar por tomar esta extraña forma.
    Curioso que ambas se pongan de acuerdo en una misma afirmación.
    Pero yo creo que somos un desierto de historias y de estrellas y de granitos de arena. Yo creo en lo que decía el Principito. Que lo que embellece a los desiertos es que escoden un pozo en cualquier parte, en el sitio menos esperado...

    Gracias.

    By Blogger Fenjx, at 2:21 a. m.  

  • contador de histórias, sem dúvida :) este texto foi um dos que gostei mais.
    besos!

    By Blogger ..karma.., at 3:55 p. m.  

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