Concierto y desconcierto...

18 abril 2005

J.A.S.P.

Somos jóvenes. Tenemos un trabajo estable y más o menos bueno conseguido gracias a nuestro esfuerzo y a haber podido estudiar. No nos pagan demasiado, pero nos gusta y sentimos que nos podemos desarrollar. A veces lo vamos usando como un trampolin para saltar a otro mejor. Muchos estamos independizados, algunos vivimos solos y otros vivimos compartiendo piso. Algunos tenemos coche, o hemos decidido no tenerlo. Nos damos algunos caprichos, comemos o cenamos fuera cuando surge sin pensarlo demasiado, salimos de copas sin ponernos límites, a bailar, a reír o a hacer confidencias. Nos encanta viajar, y al menos una vez al año salimos de nuestro país, a veces a visitar a esos amigos que tenemos en varias partes del mundo. No nos da miedo la cocina, y nos gusta recibir con platos hechos por nosotros mismos y buenos vinos (o con pizzas pedidas por teléfono, cocacolas y cervezas) a otros como nosotros en casa. No somos machistas, no somos feministas. Somos tolerantes, de mente abierta, con inquietudes culturales. Se podría decir que la vida no nos trata mal, incluso que somos afortunados y que no nos podemos quejar por lo que tenemos.

Y sin embargo no somos felices. Estamos tristes, estamos solos. Llegamos a casa y se nos cae el mundo encima porque nadie nos espera. Vamos coleccionando desamores, encadenando historias que no nos llevan a nada. Probamos cuerpos y mentes y nos quedamos vacios. E intentamos llenar ese vacio con más cuerpos y más mentes y nos quedamos aún más vacios hasta que ya no podemos más porque nos hemos quedado huecos. Cada vez nuestros círculos son más grandes, y a la vez hay menos gente que nos resulta interesante. La sociedad de posguerra se esforzó en que tuviéramos de todo, tanto en lo material como en lo que afecta a las oportunidades educativas, pero se les olvidó que también es necesario educar en lo que respecta a sentimientos y emociones. Y muchas veces nos sentimos (y estamos) perdidos, indefensos ante los embites del amor o del desamor, de las emociones intensas, de las pasiones, de los retos emocionales, indefensos ante la posibilidad de perder. No sabemos dónde vamos, andamos sin rumbo, y solos. Estamos solos. Y somos multitud. Y gritamos y nadie nos oye, y nos encerramos en nuestros caparazones y mostramos una sonrisa al mundo. Aunque no todos los días nos sentimos con fuerza, y nos quejamos. Y compartimos lo que nos pasa con otros como nosotros, y nos sentimos algo mejor, pero eso no llena nuestro vacío.

Nos buscamos entre iguales, nos encontramos en cualquier fecha, casi siempre de noche, hablamos, soñamos. Y algunos días después de cenar nos tomamos una copa y escuchamos y hacemos nuestras las palabras de Mina versionando ese tango que se llama Nostalgias...

"...Quiero emborrachar mi corazón
para después poder brindar
por los fracasos del amor..."

1 Comentarios:

  • Gracias por tu comentario, Gregori, la verdad es que escribí eso cuando estaba agobiado y con mirada triste. Hoy veo todo de otro color, y quizá sí que haya aún muchas personas interesantes. Más complejas, pero interesantes.

    Respecto a amar... Es precioso, pero el momento y la ocasión tienen que (volver a) llegar.

    By Blogger sconcerto, at 10:03 a. m.  

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