Veinte años no son nada

De camino a la Ringurrina

Hoy, hace veintiún años. Martes.

Hace calor. Hemos salido de la escuela a la una y media (ya no vamos por la tarde) y después de que me obligaran a comerme las judias me han mandado a la cama. Menos mal que después había sandía. Ya es junio, y por fín esta tarde vamos a ir a las lagunas. Estoy nervioso en la cama, entra mucha luz por las rendijas de la persiana de madera, completamente bajada. Todo está en silencio, todos duermen. O hacen que duermen, porque me imagino que mis hermanos (los mayores) estarán igual que yo, nerviosos y sin poder echarse la siesta. Jo, qué despacio pasa el tiempo.

¡Bien! Mi madre ya se ha levantado, ya la oigo trastear en la cocina. Debe estar preparándonos los bocatas. Jamón con unas rodajas de tomate. Para la merienda. ¿Qué hora será? Deben ser ya las cinco por lo menos. Me voy a levantar a preparar la toalla y el bañador. Qué bien, hoy vamos a ir todos, el primer día de todo el verano. A ver quién llega primero. Seremos nosotros, porque las niñas son muy lentas y siempre llegan más tarde, y los otros siempre pasan a ver sus viñas antes de llegar.

Mi padre ya ha sacado el coche, mis hermanos ya están listos, así que ¡nos vamos! ¡Todos al seiscientos! ¡Incluso el pequeño, que ya anda, con un año y tres meses que tiene! Hoy va a ser la primera vez que se bañe, a ver qué dice, jejeje. Seguro que le da miedo el agua porque a mi me daba hasta que tuve cinco años. Es que una vez se me dio la vuelta el flotador y casi me ahogo, porque me quedé boca abajo.

¡AL AGUA! Mi hermano mayor ya se cruza la laguna andando, jo, a ver cuándo puedo cruzarla yo. Los padres nos están mirando mientras se toman algo en el bar. No nos dejan de vigilar. ¡Si ya hacemos pie!

Ahora de paseo, tras obligarnos a salir del agua y a comernos el bocata. Vamos a subir a la cruz, pero antes vamos a pasar por la cascada que hay al lado del camino de la ringurrina para ver si vemos a algún martín pescador saliendo del nido. Me gusta la cascada, y el color de la laguna, pero dicen que es peligroso y no nos dejan bañarnos ahí porque el agua te atrapa y te ahogas porque no puedes salir. Después vamos a ir a Ruiperez a beber agua del manantial que hay allí. Me gusta también esa fuente, porque te tienes que agachar y meter media cara para beber agua, porque siempre hay sombra y se está muy fresquito y porque debajo del agua está lleno de plantas muy verdes que parecen tréboles.

Volvemos del paseo, volvemos a casa porque ya está anocheciendo. Me lo he pasado muy bien, hemos jugado mucho y nos hemos bañado por fín. Aún no han venido los turistas y el agua estaba muy limpia. Ahora, cuando hemos llegado al coche, me he acercado al agua y he visto un lucio enorme nadando, y unos patos que salían de entre los juncos. Qué bien que este año tienen agua, el año pasado en la comunión de mi hermana esto estaba casi seco y no nos pudimos bañar porque el agua estaba sucia.

Bueno, ya nos vamos a casa. A ver si mañana nos traen otra vez, que tengo que atreverme a cruzar la laguna nadando, hoy sólo lo han hecho los mayores porque a mi me daba miedo pasar por donde cubre. Mañana, seguro que mañana ya la cruzo...

Dentro de dos semanas, el próximo dieciocho de junio, nos volvemos a juntar todos los que fuimos. Algunos emparejados, otros no, irán algunas parejas, irán los padres con sus achaques, y comeremos, reiremos, recordaremos y disfrutaremos como si fuéramos niños de nuevo. Y volveremos a casa contentos de habernos vuelto a ver, con una sonrisa en los labios y unas gotas de emoción y nostalgia en los ojos. Porque parece mentira que ya hayan pasado más de veinte años...