Acabo de ver esta película. Ya tenía ganas de verla, y mientras la veía recordaba
algo que ya había leído y que en su día me emocionó.
Y he llorado, he llorado en muchas de las escenas, por la magia, por la emoción de ver en imágenes el (re)descubrimiento de la inocencia.
Qué olvidado tenía llorar, qué olvidada la inocencia, la ilusión, la magia de vivir lo que vivo y sobre todo lo que no vivo sino que sueño.
Estoy viviendo unos días raros, quizá precisamente por eso, por no sentir que estoy viviendo todo lo que me gustaría vivir.
Estoy muy sensible, me siento un poco vacío, echo de menos mi mundo, mi gente, mi espacio, y a veces me siento insertado en un lugar que no es el mío, en un lugar que todavía no he hecho mío y me pongo triste.
Me deja vacío sobre todo el hecho no poder compartir como estaba acostumbrado a hacer, el no poder coger el teléfono para un rato después estar desahogándome y soñando con alguno de mis amigos en algún café, o acercarme a casa de mis padres un momento para, simplemente, estar ahí, aunque sea sin hablar...
Quizá lo que dicen que se produce durante los tres primeros meses los que han experimentado un cambio de mundo, de gente y de país, esos sentimientos de desarraigo y de soledad, en mí se está produciendo ahora, a los cinco meses...
No sé, algo tengo que hacer, pero me encuentro un poco seco de ideas...