AVE FÉNIX
Se dice que en el Edén originario, debajo del Árbol del Bien y del Mal, floreció un arbusto de rosas. Allí, junto a la primera rosa, nació un pájaro de bello plumaje y un canto incomparable. Cuando Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, cayó sobre el nido una chispa de la espada de fuego de un Querubín, y el pájaro ardió al instante.
Por ser el único ser que se había negado a probar la fruta del paraíso, se le concedieron varios dones, siendo el más destacado el de la inmortalidad, a través de la capacidad de renacer de sus cenizas. Cuando le llegaba la hora de morir, hacía un nido de hierbas aromáticas y especias, ponía un único huevo, que empollaba durante tres días, y al tercer día ardía. El Fénix se quemaba por completo y, al reducirse a cenizas, resurgía del huevo el mismo Fénix, siempre único y eterno.
El Fénix es un símbolo del renacimiento físico y espiritual, del poder del fuego, de la purificación, de la inmortalidad.
Como al Ave Fénix, a veces no nos queda más remedio que renacer de nuestras cenizas, extinguir una parte de nuestras vidas hasta reducirla a cenizas para poder volver a nacer de nosotros mismos llenos de fuerza, para poder seguir luchando hasta que, de nuevo, tengamos que incendiarnos y volver a renacer. Hoy quizá me siento en el momento en que ya me he incendiado pero aún no me he reducido a cenizas y, por tanto, aún no he vuelto a nacer.
Incendiarme ahora y tener que volver a renacer de mis cenizas no es lo que yo quería, pero no he tenido otra opción, así que tiene que ser así…
Es la única manera de continuar.
Por ser el único ser que se había negado a probar la fruta del paraíso, se le concedieron varios dones, siendo el más destacado el de la inmortalidad, a través de la capacidad de renacer de sus cenizas. Cuando le llegaba la hora de morir, hacía un nido de hierbas aromáticas y especias, ponía un único huevo, que empollaba durante tres días, y al tercer día ardía. El Fénix se quemaba por completo y, al reducirse a cenizas, resurgía del huevo el mismo Fénix, siempre único y eterno.
El Fénix es un símbolo del renacimiento físico y espiritual, del poder del fuego, de la purificación, de la inmortalidad.
Como al Ave Fénix, a veces no nos queda más remedio que renacer de nuestras cenizas, extinguir una parte de nuestras vidas hasta reducirla a cenizas para poder volver a nacer de nosotros mismos llenos de fuerza, para poder seguir luchando hasta que, de nuevo, tengamos que incendiarnos y volver a renacer. Hoy quizá me siento en el momento en que ya me he incendiado pero aún no me he reducido a cenizas y, por tanto, aún no he vuelto a nacer.
Incendiarme ahora y tener que volver a renacer de mis cenizas no es lo que yo quería, pero no he tenido otra opción, así que tiene que ser así…
Es la única manera de continuar.