Echo de menos
soledad
Echo de menos que llenes el hueco vacío de mi cama. Echo de menos compartir mi luz, echo de menos acariciar tu cabeza recostada sobre mi pecho, echo de menos tus miradas, tus sonrisas, esa cierta devoción que tienes por mí. Echo de menos que me esperes. Echo de menos despertarme junto a tí, prepararte el desayuno y servírtelo acompañado de una flor, y ver tus ojos brillantes de emoción. Echo de menos tus abrazos, echo de menos estremecerme con tus caricias, echo de menos ese palpitar de mi corazón cuando sé que te voy a ver. Echo de menos que vengas corriendo a compartir cualquiera de tus alegrías conmigo, sí, conmigo en primer lugar. Echo de menos coger tu mano, echo de menos poner mi cabeza sobre tu abdomen y sentir tu respiración con la oreja. Echo de menos nuestros paseos, nuestras confidencias a la luz de las velas. Echo de menos sentir que te tengo y que me tienes. Echo de menos tu cuerpo, cogerte de la cintura mientras nos besamos con pasión, echo de menos desnudarte y recorrerte con mis manos, echo de menos cuando hacemos el amor y luego nos abrazamos. Echo de menos echar mi aliento sobre tu cuello por sorpresa, echo de menos soplarte mientras duermes y te rascas creyendo que es un mosquito. Echo de menos tu risa, echo de menos nuestras risas, echo de menos compartir mi vida, estar compartiéndola contigo. Echo de menos necesitarte y que me necesites. Echo de menos beber la vida contigo gota a gota, echo de menos leer apoyado en tí mientras tú también lees y suena nuestra música, echo de menos tu presencia. Te echo de menos, te echo muchísimo de menos. Y aún no sé quién eres.